Noticias | 23 junio, 2025

Un mal contexto para ser campesino

Escrito por Alejandro Diez
Investigador CISEPA
En términos agropecuarios, Perú representa múltiples paradojas. Tenemos una limitada extensión del territorio con capacidad de producción agropecuaria con relación a la población; la producción depende mucho de las condiciones climáticas y en particular de la disponibilidad de agua, que también es escasa. Y aun cuando nuestra dependencia alimentaria viene aumentando en las últimas décadas, la agricultura familiar proporciona aún una parte importante de los alimentos que consumimos.

Legalmente, los campesinos ya no existen. Hay una ley de agricultura familiar y el censo agrario dice que hay más de dos millones de peruanos en esa categoría. La mayor parte de los productores familiares son, en realidad, campesinos: no porque el Estado los reconozca como tales y tampoco porque los productores se autodenominen así -aunque muchos sí lo hacen: muchos productores en el país se consideran a sí mismos como campesinos debido a una identidad forjada en las luchas del siglo XX y la Reforma Agraria velasquista. 

Pero son campesinos fundamentalmente por razones económicas y políticas, por el intercambio económico desigual como productores de alimentos de bajo precio y consumidores de bienes procesados más caros; porque tienen insuficientes recursos, tierra, pero también agua y tecnología para generar lo suficiente como para subsistir sólo con la producción agropecuaria y porque tienen poca capacidad de influir en las políticas públicas y en el gobierno. Además, en la última década, los efectos del cambio climático son cada vez más evidentes y afectan los ciclos de producción. No es casualidad que se apruebe una ley a favor de algunos cientos de agroexportadores y no se proponga, en cambio, ninguna a favor de dos millones de productores que necesitan también políticas promocionales que les permitan mejorar su producción y sus ingresos. 

La condición de vida de los campesinos es habitualmente precaria. Hoy en día, entre los fenómenos climáticos y la inacción estatal, solo empeora, debilitándoles e incrementando los niveles rurales de pobreza. 

En el 2018, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas aprobó una resolución titulada: “Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Campesinos y de Otras Personas que Trabajan en las Zonas Rurales”, reconociendo la precariedad en la que subsisten trabajadores campesinos en todo el mundo, buscando responder a algunas de las amenazas a su modo de vida y su continuidad en el planeta: envejecimiento, feminización, despojo territorial, precariedad económica, entre otros procesos igualmente perjudiciales. Haríamos bien todos, el Estado, la sociedad civil y los académicos, en hacer un poco más visibles a nuestros campesinos.
Escuela de Investigadores