Noticias | 20 febrero, 2024

Perú en el Día Mundial de la Justicia Social

Foto: Instituto Peruano de Economía
Escrito por Pedro Francke
-Investigador CISEPA-

El 20 de febrero se conmemora el Día Mundial de la Justicia Social. La idea de “Justicia Social” ha sido discutida por destacados filósofos y estudiosos sociales en el mundo; quizás el más influyente en los términos modernos fue John Rawls con su “Teoría de la Justicia”, pero la lista es larga e incluye nombres como los de Robert Nozick, John E. Roemer y Amartya Sen.

Como dice este último, es bastante difícil determinar un “ideal de justicia”, una norma nítida y bien establecida respecto de lo que es “justo”, pero es bastante más sencillo y se obtienen mayores consensos cuando se evidencian las injusticias. En el Perú, como en el mundo, hechos concretos que nos generan repulsa debido a lo injusto que son, lamentablemente no son difíciles de encontrar. En estos días nos lo recuerda una niña asesinada en Gaza dentro de un hospital, que nos dice una vez más que en las guerras los mayores daños los sufren los inocentes, pero en esa imagen podemos los peruanos recordar los horrores del conflicto armado interno; a mí me trae a la mente las declaraciones del teniente Telmo Hurtado pocas semanas después de la masacre de Accomarca, justificando el asesinato de niños de 2 y 4 años porque los consideraba terroristas en potencia.

Muchas de las injusticias sociales, sin embargo, no tienen la impronta de violencias tan específicas y desalmadas, sino la de estructuras políticas y sociales que generan daños menos visibles, estadísticos, en los que los nombres se pierden, pero no por eso están menos presentes. En Lima fallecen 12 niños de cada mil que nacen antes del año de edad, mientras en Puno mueren 44; pero incluso la tasa de Lima es bastante mayor a la de Chile, Cuba o Costa Rica donde esa tasa de mortalidad está alrededor de 6 por mil, la mitad que en Lima. La debilidad del sistema de salud y sus enormes desigualdades, junto a las diferencias en el acceso al agua y desagüe, a una vivienda protectora, a conocimientos y cuidado infantil, hacen la diferencia. Si en Puno la mortalidad infantil fuera la de Lima, cada año 450 niños y niñas estarían vivos en vez de haber fallecido antes de cumplir un añito. Cada uno de ellos es una tremenda injusticia. ¿Cómo podríamos aceptar como “justo” que un niño o niña peruano, por haber nacido en otra región, porque no pudo tener una atención de salud, tenga su vida cortada tan tempranamente?

La lista de inequidades, de injusticias sociales, es larga y abarca muchos aspectos de la vida. Las que la sociedad y el estado imponen sobre los niños y niñas, en salud, educación, calidad de vivienda, acceso a servicios básicos, cuidado, son indiscutibles. Las inequidades de género, por orientación sexual, por identidad étnica, son igualmente despreciables. Ya en la declaración de independencia de los Estados Unidos se estableció que “sostenemos como evidentes estas verdades: que los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”. Los derechos humanos, como concepto primero y luego mediante la Convención Universal de los Derechos Humanos, aprobada en 1948 y suscrita por el Perú en 1959, es la base de lo que hoy consideramos esos derechos, esas igualdades, que debieran abarcar a todos los seres humanos.

La justicia social no es sólo un tema ético. Diversos experimentos de economía social han mostrado que el rechazo a la injusticia es un sentimiento presente en todos los países del mundo, de distinto grado y en distintas formas. Sabemos, además, que esas injusticias sociales tienen serios efectos sobre la cohesión social y la gobernabilidad de los países. En palabras de Benito Juárez, “el respeto al derecho ajeno es la paz”, o como dice el tratado constitutivo de la OIT, “la paz universal y permanente sólo puede basarse en la justicia social”. A nivel planetario, en este tiempo, cuando el calentamiento global muestra con mayor crudeza la amenaza que representa para la humanidad, solo 125 billonarios emiten 393 millones de toneladas de CO2 equivalente cada año, cantidad equivalente a lo que emiten un millón de personas pertenecientes al 90% más pobre de la humanidad (según encontró un estudio de Oxfam). Hoy que recordamos el Día Internacional de la Justicia Social, que ello sirva para tener nuevamente presente cuán poco hemos avanzado en esa dirección.
Escuela de Investigadores