Noticias | 10 mayo, 2023
La crisis migratoria y el problema de una gobernanza selectiva en la frontera peruano-chilena
Foto: Infobae (28/04/2023)Por Ricardo Jiménez Palacios
Coinvestigador del proyecto "Cierre de frontera y COVID-19: efectos en los sectores económicos de comercio y servicios, y estrategias de actores económico-sociales en Tacna" gestionado por CISEPA y PROCIENCIA
Desde la década del noventa, los gobiernos de Perú y Chile generaron instancias de coordinación política a nivel local. Sea en torno a las experiencias del Comité de Frontera, hasta su innovación en el Comité de Integración y Desarrollo Fronterizo Perú-Chile, ambas naciones han mantenido una preocupación por administrar diversos asuntos que atañen a sus territorios fronterizos. Entre las principales acciones suele resaltarse la consolidación del Control Integrado entre ambos territorios de frontera, permitiendo una gestión más rápida de los controles migratorios, aduaneros y administrativos. A su vez es importante resaltar acciones relacionadas al control policial, a los intercambios de experiencias en desarrollo social, así como la concertación del desarrollo turístico entre Tacna (Perú) y Arica (Chile).
Sin embargo, durante las últimas semanas ha llamado la atención la ausencia de una gestión adecuada para el tratamiento de los problemas migratorios entre ambas naciones, lo cual ha llevado a acciones de tensión y violencia en el llamado Punto de La Concordia. La presencia de movilizaciones y acciones contenciosas no resulta un fenómeno aislado en la frontera tacno-ariqueña. Recordemos las movilizaciones y protestas acontecidas en el contexto del cierre de fronteras por COVID-19 donde, a inicios del mes de abril del 2022, comerciantes, transportistas, empresarios y ciudadanos de la ciudad de Tacna se movilizaron hacia el Punto de La Concordia con el propósito de exigir a los Gobiernos de Perú y Chile la apertura total de la frontera entre ambos países.
Hoy por hoy, ante la crisis migratoria global, el llamado Punto de la Concordia entre Perú y Chile se torna nuevamente en un escenario de conflictividad, en torno al cual es importante detenernos a reflexionar. De hecho, la presencia de protestas que apuntan hacia la propia línea de frontera no es un hecho aislado a nivel Sudamericano, baste revisar las protestas que bloquean el llamado Puente de la Amistad en la frontera de Brasil y Paraguay. Y es qué, más allá de ser un punto de hermandad, concordia o amistad, las fronteras son escenarios donde viven personas y, como tales, producen su vida en torno a la frontera, comerciando, cruzando, conviviendo, trabajando y sobreviviendo en torno a ella. La gran pregunta es ¿el mundo sin fronteras, una fábula que venimos escuchando desde niños, es una esperanza que realmente está cumpliendo la globalización?
Lejos de aquella esperanza, observamos que no es posible moverse libremente por las fronteras. Peor aún, hay personas a quienes les es permitido moverse por la frontera y otras a quienes no, la frontera sigue manifestando un rol de poder y la gestión de dicho poder resulta ser selectivo. Ante la coyuntura actual vemos cómo el mundo sin fronteras puede mostrarse sonriente ante un turista, descontento ante un comerciante minorista e irritado ante una familia de inmigrantes. La selectividad de quiénes o qué puede cruzar la frontera fue un hecho percibido también durante la pandemia por Covid-19, de ahí que la principal consigna de protesta fue que la frontera se cierre al 100% o que se abra al 100%, debido a que habían mercaderías que aun podían seguir circulando ante el mentado cierre de fronteras.
A estas alturas lo más triste puede resultar que no solo la frontera sea selectiva al momento de cruzar, sino que también sea selectiva al momento de gestionarse la gobernanza de ésta. Desde hace más de diez años existen investigaciones que proponían abordar el problema laboral de migrantes peruanos en el norte de Chile; sin embargo, pocas veces se hizo algo en las instancias de gobernanza compartida. Hoy por hoy, el sistema de gobernanza fronteriza también parece selectivo y de ahí que, un síntoma de dicha selectividad, sea el aumento de los escenarios de conflictividad en la frontera.
La vulnerabilidad de familias venezolanas y colombianas entre Perú y Chile, la precariedad laboral de peruanos y bolivianos en el norte chileno, y la informalidad comercial de mercaderías provenientes de Chile, son solo algunos fenómenos que la comunidad científica ha venido evidenciando desde los últimos diez años. Mientras no se sincere la frontera en la que vivimos y no se generen mecanismos de gobernanza que aborden la problemática real de la frontera, presenciaremos de una forma más cotidiana escenarios de conflictividad social en la frontera, en nuestro llamado punto de concordia.