Noticias | 11 junio, 2024

EL TRABAJO INFANTIL EN EL PERÚ

Foto: ComexPerú
Escrito por Carlos E. Aramburú

-Investigador CISEPA-

Nos hemos acostumbrado, a fuerza de encuentros cotidianos, a aceptar el trabajo infantil como algo “normal”.  Sin embargo, la evidencia aportada por la investigación social es inequívoca en señalar que los menores que trabajan, enfrentan menores oportunidades de desarrollo personal por mayores riesgos en su salud, educación y condiciones de vida. En el Perú, un 25.8% de los menores entre 5 y 17 años que trabaja (INEI 2023), son más de 1.2 millones de menores y adolescentes. El promedio mundial, según la OIT, es del 9.6% y del 6% para Latino América y el Caribe (ILO 2020).  Estamos pues como sociedad muy por encima de estos niveles, los que no han cambiado desde 2016 e incluso aumentaron durante la pandemia. (COMEX 2023)

El trabajo infantil es, sin embargo, muy heterogéneo: en las ciudades, un 17% de menores trabaja ya sea en las calles, en un empleo informal o en el negocio familiar. En el campo, un 56% labora, pero en su gran mayoría como trabajadores familiares no- remunerados en las explotaciones agropecuarias de sus familias campesinas. Para los primeros, el riesgo es mayor que para los segundos; en mis trabajos de campo he sido testigo de la alegría con la que corren los menores, especialmente los varones, a la chacra del papá luego del horario escolar. Ello, además, acerca a padres e hijos en una relación afectiva y de aprendizaje que es mucho menos frecuente en la urbe. En efecto, en Apurímac, Huancavelica, Ancash y Huánuco departamentos en los que predomina la agricultura campesina, el trabajo de menores entre 5 y 17 años es igual o mayor al 50% (COMEX 2023). El trabajo infantil en el medio rural no está, sin embargo, exento de riesgos; la deserción escolar en la secundaria, el conflicto del calendario escolar con las temporadas de siembra y cosecha en que aumenta el ausentismo y el bajo rendimiento por cansancio o desinterés son escollos asociados al trabajo infantil en el campo.

En el caso de menores que cursan la primaria y trabajan 24 horas o más a la semana, la inasistencia es 7 veces mayor, la desaprobación y el rezago o retraso es 3 veces más alto que entre los que no trabajan o tienen jornadas más cortas. En secundaria, los adolescentes que trabajan 36 horas o más por semana dejan de asistir a clases 5 veces más, tienen el triple de años desaprobados y un rezago 2.5 veces mayor que los que no lo hacen (MTPE, 2023). Estos datos demuestran claramente que el trabajo infantil es un obstáculo central en el logro educativo.

En cuanto a condiciones de salud, el 39.5% de NNA que trabajan tuvieron en los 12 meses anteriores problemas de salud asociados a su actividad laboral; el 57% porque manipulan sustancias riesgosas (fuego, electricidad, combustibles, etc.) y el 49% por tener que levantar carga pesada (MTPE 2023). También, debe considerarse los temas de salud mental asociados a la falta de tiempo y fuerzas para el juego y la recreación, sin embargo, carecemos de evidencia cuantitativa y cualitativa sobre este tema.

Urge no solo refinar y difundir la investigación social sobre el trabajo infantil, sino también crear conciencia y medidas colectivas para disminuir el trabajo de menores, en especial en sus peores formas. La calidad moral de una sociedad se refleja en el trato a sus niños y adolescentes.

Escuela de Investigadores