Noticias | 7 marzo, 2023

CULPA Y ESTIGMA. LAS MUJERES EN LAS MOVILIZACIONES.

Fuente: BBC News (19/01/2023)

Por Patricia Ruiz Bravo 

- Investigadora CISEPA-

¿Por qué una mujer aymara que se moviliza como parte de un colectivo que viene a la ciudad de Lima a protestar es gaseada frontalmente por la policía mientras ella camina con los brazos abiertos hacia las fuerzas del orden? ¿Por qué es luego culpabilizada por haber protestado y por traer con ella a su criatura en la espalda? ¿Por qué no se dice nada de la acción policial?  ¿Cómo entender esta acción contra las mujeres aymaras que marchaban en las calles de Lima si, por otro lado, el presidente del Congreso y la segunda vicepresidenta convocan a una cena de gala para celebrar el Día Internacional de la Mujer?  

La contradicción es evidente y quisiera aprovechar este espacio para elaborar algunas reflexiones a propósito del Día Internacional de la Mujer.  

Lo que ha sucedido con las mujeres aymaras el jueves pasado es una muestra de la violencia que se ejerce contra ellas en el marco del conflicto social que afecta nuestro país. Esta represión injustificada entra en contradicción con los discursos sobre igualdad de género, empoderamiento y celebraciones discursivas plasmadas en planes y programas, pero carentes de efectividad. En este caso en concreto, se las ha culpabilizado por traer a sus hijos/hijas a la marcha atentando frontalmente contra sus derechos ciudadanos. Hay algo de ironía y cinismo en los comentarios, artículos y comunicados en los que se sanciona a las mujeres por exponer a su prole cuando, de otro lado, se reclama una mayor participación política de las mujeres, así como un mayor empoderamiento. La presencia de estas mujeres en Lima es parte de una tradición de participación política de mujeres campesinas e indígenas en la región de Puno. Ellas son ciudadanas, comuneras que vienen a reclamar una respuesta política que no es escuchada por el gobierno que, contradictoriamente, celebra el Día Internacional de la Mujer desconociendo aquello que dice promover: la participación de las mujeres y la igualdad de género.  

Se las acusa, además, de exponer a sus hijos por traerlos a la marcha, y con ello se las revictimiza y estigmatiza por una maternidad que en otras ocasiones se ensalza y venera. Mientras que en la pandemia se alababa la labor de las madres en el cuidado y educación de hijos y adultos mayores, hoy se las acusa desconociendo una realidad que no nos es ajena. Sabemos bien que ellas van con sus hijos a trabajar, al club de madres, a la organización, a las ollas comunes y a las distintas actividades en las que se insertan. La mujer con su lliclla y la cría en la espalda es una imagen icónica que todos reconocen y valoran. ¿Por qué entonces son castigadas? ¿Por qué el ministro de educación las insulta señalando que son peor que animales? La respuesta es sólo una: se las castiga porque se han salido del lugar de sumisión. Se han alzado. Reclaman ser escuchadas y han pasado del silencio a la acción.  

Es esta “desobediencia” la que no se soporta ni se elabora. Y eso es lo que tenemos que reflexionar desde nuestro compromiso feminista con la lucha por la igualdad. Este caso, además, pone sobre el tapete el tema de la interseccionalidad y la manera en que las mujeres luchan por sus derechos como indígenas, campesinas y pobladoras aymaras. Se trata de una ciudadanía activa en la que se articulan diversas discriminaciones que emergen en la crisis.  

Por ello, resulta inadmisible el comunicado del Ministerio de la Mujer y Poblaciones vulnerables (MIMP) en el que se las culpabiliza por protestar con sus hijos y no se dice nada de la violencia policial. Es precisamente en estas ocasiones donde es imperativo ser justo y defender los derechos de las mujeres que han sido vulnerados. El MIMP no ha cumplido, en este caso, con su misión. Este hubiera sido un verdadero avance y reconocimiento en el Día Internacional de la Mujer, y no la cena de gala prevista por el Congreso que da la espalda a la vida y a la agencia de estas mujeres.  

En víspera del 8M, es también oportuno llamar la atención y protestar por los retrocesos que se ciernen en los temas de género.  El riesgo de que se suspenda la distribución por parte del Estado de la anticoncepción oral de emergencia (conocida como la píldora del día siguiente) nos debe alertar, pues sería un atentado contra las mujeres en situación de vulnerabilidad. La evidencia médica es sólida y ya está probado que no es abortiva, y es por esto que quienes tienen recursos económicos la encuentran en las farmacias. Quitarles dicho servicio a las mujeres de escasos recursos es un atentado que no debemos dejar pasar.  

Finalmente, es importante denunciar la desaparición de mujeres victimas de la trata y la misoginia. La muerte de mujeres trans tampoco debe quedar en silencio y espero sea este un espacio para visibilizar muchas dimensiones en las que nos falta avanzar para poder conmemorar, con mayor sentido, el Día Internacional de la Mujer.
Escuela de Investigadores